Quizás por eso no tenía amigas, porque mientras las otras chicas se contaban sus historias entre ellas, yo
reproducía la mía, con exactitud, en mi cuaderno; y mientras la memoria de un ser humano puede fallar, las
letras impresas son imborrables. Supongo que por eso me aislé y nunca tuve la necesidad de comunicarme,
porque ya lo estaba haciendo de otro modo. Escribir era también comunicar, aunque mis escritos siempre
terminaban escondidos y sin participarle al mundo mi dolor, mi felicidad o mi disconformidad.
-Abzurdah.
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