25.12.15

 Después de mucho tiempo, retornamos. Siento que todo cambió, en realidad, todo cambió, cambió para bien, y para mal. No se si diría "mal", se podría decir que fueron cambios muy fuertes que sinceramente no esperaba para nada. Estos cambios me ayudaron de alguna u otra manera. Te ayudan a crecer, a ver la realidad con distintos ojos. Verla, ver la realidad tal y como era, muchas veces no la queremos ver, y quedamos esperando algo que nunca llega. Esa espera, esa especie de idealización sobre algo que erramos totalmente. Esa tonta ilusión que nos quedábamos esperando para ver que pasaba. Y cuando pasa, ¿qué pasa cuando pasa? Cuando pasa generalmente es cuando menos lo esperamos y de la manera que no pensamos, y a veces también están involucradas las personas que nunca imaginaste. Esas decepciones que te parten al medio, te dejan inmóvil, tratando de entender el por qué. En ese momento todo cambia, y esos cambios duelen, ciertas veces dejan cicatrices, pequeñas e insignificantes o grandes y profundas.
 Una vez alguien me dijo que las cicatrices muestran lo valientes que fuimos a lo largo de nuestra vida, todo lo que tuvimos que pasar para poder estar donde estamos hoy. 
En la vida hay situaciones difíciles que te dejan marcadas cicatrices en el cuerpo, ya sea literal o solo en tu corazón, pero uno tiene que aprender que esas cicatrices te pueden ayudar a ser aún más fuerte y salir de ese problema, lo malo de las cicatrices es que antes fueron heridas, pero se pueden controlar para que no se vuelvan a abrir. Las cicatrices del alma son marcas esculpidas por sentimientos, esas que no son visibles pero son sensibles al recuerdo, son esas marcas que traspasan los sentidos y anidan dentro, son la fuerza de levantarse de una caída, es el sentido de aprender sobre los errores, es el arte de la comprensión de los fracasos, es la mirada devastada que se ilumina en un nuevo día. El reflejo de los más profundos sentimientos, son las marcas que se llevan muy dentro. Las cicatrices del alma son las  heridas sangrantes, son cicatrices que no se borran ni se olvidan. Una cicatriz significa un dolor que ya se sano, significa la conquista del dolor, una lección aprendida, el cual te hace más fuerte y te lleva a tu presente. Una cicatriz es el tatuaje del triunfo del cual tenemos que estar orgullosos. Lo que no debemos permitir es que esa cicatriz nos convierta en su rehén, que llene la vida de miedos, siempre hay que tener claro que las cicatrices desaparecen o se transforman, el punto está en ver tus cicatrices como un signo de fortaleza y no de dolor.

 Pero las cicatrices también te muestran que nunca es tarde para empezar de cero, para perseguir un sueño, para ser feliz, para ser libre, para salir adelante y hacer lo que te gusta.
Las cicatrices forman parte de la vida y son un recuerdo de lo que le ha pasado ha uno.
"Las cicatrices son heridas de batallas, ellas demuestran lo que has pasado y lo fuerte que fuiste para salir de tus problemas”

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